sábado, 1 de septiembre de 2012

CAPITULO 20, LA PESADILLA

Hoy he visto que en la pagina de Facebook hemos llegado a 160! Es increible y no se ya que puedo hacer para agradecerlo, asi que he decidido subir un capitulo de Renacidos que no había subido aun al blog. Para mi no es un capitulo cualquiera ya que se trata de una pesadilla de Carla, la protagonista, y en esencia es una pesadilla que yo he tenido varias veces. Uno de esos sueños que se repiten y que nunca llegas a olvidar...
Los que no hayaís leido aun el libro podeís leerlo tranquilamente porque no desvela nada de la trama, aqui os lo dejo, espero que os guste
 
 
 
 


"Aquella noche tuve una pesadilla horrible. Era de noche y estaba rodeada de gente que no conocía. Hombres, niños y mujeres, mayores y jóvenes, algunos parecían no tener ni siquiera edad, todos ellos desconocidos abarrotando las calles de un pueblo que no reconocía a pesar de que me resultaba vagamente familiar. Todo estaba adornado con luces y banderolas.
Travis estaba a mi lado y parecía igual de confundido que yo, miraba a su alrededor, a nuestro alrededor por que parecía querer abarcarlo todo, vigilante, en guardia como siempre. Y entonces la vi, una enorme pantera negra, apenas podía creer lo que estaba viendo aún consciente de estar en un sueño, caminaba silenciosa y elegante entre la gente, sinuosa, esquivándoles, sin levantar la mirada hacia ellos.
Todos parecían verla pero nadie estaba asustado, parecían no dar importancia a aquel impresionante animal que avanzaba entre ellos, nadie parecía darse cuenta de lo extraño de la escena, de lo fuera de lugar que estaba todo.
De repente la presencia de Travis desapareció, lo supe, lo sentí antes de bajar la mirada hacia el y comprobar lo que ya sabía, que ya no estaba a mi lado.
Mi mirada bailaba frenética entre la gente, buscándole, sin poder encontrarle y entonces una opresiva sensación de angustia comenzó a apoderarse de mi. Intentaba correr entre la gente, necesitaba hacerlo, al principio con educación y después abriéndome paso entre aquellos desconocidos sin importarme el tener que empujarles o apartarles de mi por la fuerza, porque ninguno de ellos parecía darse cuenta de lo que estaba ocurriendo, nadie me facilitaba el trabajo, nadie se apartaba o me dejaba pasar.
Sabía que Travis estaba allí, no podía sentir donde pero sabía que estaba allí, ¿en que otro lugar podría estar? Y el nunca me abandonaría, Izan se lo había pedido, tenía que permanecer a mi lado, tenia que protegerme y el nunca me dejaría, y menos con aquella extraña pantera cerca de nosotros, y entonces me di cuenta, ella tampoco estaba, había desaparecido, solo había gente, centeneras de personas impidiéndome avanzar.
Una sensación de miedo que no había sentido hasta entonces me inundó, porque algo le había pasado Travis, no podía verlo pero lo sabia, algo más había desaparecido, la agradable sensación de protección que el me daba, que siempre que el estaba cerca me envolvía se había ido de golpe, algo le había pasado y yo lo sabía, pero aún no podía verle, no le encontraba.
Por fin, de repente y sin ningún motivo pude abrirme paso, sin más la gente se apartó y pude caminar, salí a una calle solitaria, estrecha, de paredes de piedra rugosa iluminada débilmente por una pequeña farola que parpadeaba junto a las rejas de una ventana, y allí, justo debajo estaba el, solo, tumbado en el suelo, sin moverse. Comencé a correr pero no era capaz de hacerlo tan rápido como quería, como necesitaba hacerlo. Quise gritar pero tampoco podía, ni siquiera conseguía que mi voz saliese de mi garganta, yo gritaba, gritaba con todas mis fuerzas pero parecía que mi voz muriese antes de llegar a mis labios.
Me agarré el cuello apretándolo con fuerza pero mis gritos seguían sin oírse, solo conseguía sentir una extraña presión en el centro de mi garganta, allí donde parecía morir mi voz, y mientras tanto Travis continuaba tumbado, primero a mis pies, y luego cuando me arrodillé en el suelo entre mis brazos, sangrando, apenas podía sentir su respiración, me miraba a los ojos mientras yo no podía hacer nada más que llorar , llamaba a Izan, después, en el pánico recordé a Ángel, el había sabido ayudarme a mi, podría hacerlo también con Travis, gritaba sus nombres pero ellos no estaban allí, y aunque hubiesen estado no hubiesen podido oírme, mi voz muda no se lo hubiese permitido. Mis lágrimas caían una tras otra sobre el lomo de Travis, tenía una gran herida abierta en el cuello, la sentía caliente, húmeda, de haber tenido algo más de luz hubiese podido ver la carne desgarrada, sus músculos destrozados bajo mis brazos.
La pantera le había atacado, le había buscado y encontrado y yo no había podido protegerle, no había podido o sabido hacer nada para mantenerle a salvo, le había fallado la única vez que me había necesitado, estaba dejando de respirar entre mis brazos y yo no podía hacer nada más que llorar.

Cuando desperté gritando, sin poder dejar de llorar el sol ya entraba fuerte y calido por la ventana, pero eso no me reconfortó, me senté agitada y sin apenas poder controlar mi respiración y busqué a Travis con la mirada, comencé a llamarle una y otra vez sin dejar tiempo o espacio para una respuesta y finalmente apareció, saltó sobre la cama y comenzó a lamerme la cara. Yo sabía que había estado todo el tiempo junto a mi, casi estaba segura de que ni tan siquiera había cambiado de posición durante la noche, junto a la cama, a la altura de mi cabeza, pero me daba igual, necesitaba verlo así, no tumbado, dormido o mirándome desde el suelo, le necesitaba cerca, sintiendo su respiración, vivo. Le acaricié con fuerza, busqué su lomo con nerviosismo solo para comprobar lo que ya sabía, que nada había sido real, que no había sangre ni herida, que no sentía dolor.
-Escúchame bien, jamás dejaré que te ocurra nada, nadie que este dispuesto ha hacerte el más mínimo daño se acercará a ti –dije mientras le besaba en la frente.
Se acostó a mi lado, ocupando gran parte de la cama y sin duda llenándola de pelos, pero me daba igual, su presencia me tranquilizaba y me ayudó a sentirme mejor, allí en silencio me juré a mi misma que le protegería, era un pensamiento extraño, proteger a un protector, pero no podía hacer otra cosa, no sabía si había alguien capaz de hacerle daño, apenas podía imaginarlo pero yo no iba a permitir que algo así ocurriese, no mientras yo estuviese a su lado.
Fue un comienzo extraño para otro día diferente."

Renacidos, primer viaje.

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