Solo.
Esperando su castigo. Sin ropa en señal de respeto pero con
las alas extendidas demostrando que un ángel de la oscuridad no siente temor.
No quería mirar al frente porque entonces se encontraría con ella y no podría
evitar flaquear, jamás permanecería impasible ante su dolor, ante su llamada y
eso sería su perdición, él ya había llegado al final de su camino, no les
dejaría acabar con el de ella. Porque ella era el motivo de todo. Los ángeles
de la oscuridad no se enamoran, no se entregan a nada ni a nadie, no abrazan lo
que puede hacerles vulnerables, simplemente lo exterminan.
El encontró su debilidad y se arrodilló frente a ella. Ahora
esperaba su castigo pero no le importaba, nada importaba, había sentido el
ansia de sus labios recorriendo su piel, el sabor salado de sus lágrimas en la
despedida y el calor de sus caricias en el reencuentro.
Ningún castigo podría cambiar su deseo de arrodillarse de
nuevo frente a ella.
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