Buenos días a todos, los que ya me conocéis un poquito sabéis de mis escasas artes en el mundo de la informática, redes sociales... Aún así he decidido empezar a curiosear por twitter (amayaescritora). Me he propuesto además darle más publicidad al cuento a fin de que pueda por ejemplo llegar a las bibliotecas de los colegios para que los niños puedan trabajar y conocer, no solo el Síndrome de Tourette (síndrome que padecen los protagonistas del cuento) sino también la diversidad y la tolerancia.
Deseadme suerte!
Amaya
¿Que puedes encontrar en este blog?
miércoles, 27 de noviembre de 2013
viernes, 15 de noviembre de 2013
PRESENTACION EN FNAC DE DONOSTI
Buenos días a todos. Ayer por fin tuvimos la presentación de "Una aventura diferente a las demás" en la fnac de Donosti. Fue algo increíble por muchas razones, por estar rodeada de gente a la que quiero muchísimo, por ver como las personas aún podemos implicarnos de verdad en las cosas, por estar en la fnac...
Gracias a todos y a todas por vuestro apoyo!
Gracias a todos y a todas por vuestro apoyo!
lunes, 4 de noviembre de 2013
TE ECHO DE MENOS
Navegando he encontrado esta imagen que me ha ayudado a ilustrar unas palabras que a punto estuvieron de no ser...
TE ECHO DE MENOS
Te echo de menos
aunque estés a mi lado
aunque sepa que con solo extender un brazo podría tocarte
aunque mi mirada olvidadiza juegue a observarte a
escondidas.
No debo sonreír al verte
le ordeno a mi cuerpo que no reaccione
que no levante la mano buscándote
que no se aproxime a ti en cada paso.
Porque me duele mirarte
mis lágrimas queman
mi respiración se apaga
mis labios se desesperan.
Las palabras se desdibujan
y mi corazón se rompe
y mi voz se quiebra
y mi alma me abandona.
Continuas a mi lado pero yo te echo de menos…
Amaya Alvarez
viernes, 13 de septiembre de 2013
PRESENTACIÓN
Aqui os dejo una foto de la presentación del cuento, fue un gran momento, muy emotivo y que nunca podré olvidar.
lunes, 2 de septiembre de 2013
UN SUEÑO CUMPLIDO
Hola a todos, claro que se que hace muchísimo tiempo que no escribo nada. No tengo excusa, pero aún así quiero contaros a que he dedicado mi tiempo.
Muchos ya sabéis que inicié una nueva aventura embarcándome en un cuento. Un cuento diferente, sus protagonistas son dos niños que padecen una de las llamadas enfermedades raras. El Síndrome de Tourette. Pues bien estoy muy muy contenta de poder deciros que tras mucho trabajo, "Una aventura diferente a las demás" que es como se titula esta historia, verá la luz el próximo 10 de septiembre. Bueno, lo cierto es que ya lo tengo en mis manos y que ese día será el de la presentación. No sé como se puede describir un momento así, no es solo felicidad, es tanto lo que he puesto en este proyecto que parte de mí está entre las páginas de ese cuento.
Os dejo la portada, a mí desde luego me parece perfecta.
Espero que os guste
Amaya
Muchos ya sabéis que inicié una nueva aventura embarcándome en un cuento. Un cuento diferente, sus protagonistas son dos niños que padecen una de las llamadas enfermedades raras. El Síndrome de Tourette. Pues bien estoy muy muy contenta de poder deciros que tras mucho trabajo, "Una aventura diferente a las demás" que es como se titula esta historia, verá la luz el próximo 10 de septiembre. Bueno, lo cierto es que ya lo tengo en mis manos y que ese día será el de la presentación. No sé como se puede describir un momento así, no es solo felicidad, es tanto lo que he puesto en este proyecto que parte de mí está entre las páginas de ese cuento.
Os dejo la portada, a mí desde luego me parece perfecta.
Espero que os guste
Amaya
miércoles, 12 de junio de 2013
REGRESO AL RINCÓN DE LAS HADAS
Hoy quiero compartir con vosotros una pequeña historia que surgió gracias a una preciosa imagen de Pilar Vega, por favor no dudeis en visitar su página.
Caminando de nuevo por el mismo bosque, fue consciente de
cuanto le habían cambiado los años. Si cerraba los ojos casi podía oír el
sonido de sus pasos 20 años atrás. Pequeños saltos indecisos apenas
amortiguados por la hierba. Con 5 años, cada día es una aventura diferente, y
la visión de la criatura más hermosa que jamás viesen unos ojos humanos, no
asusta. Te deja sin aliento, te maravilla y te paraliza, y te mantiene
suspendido en el tiempo, completamente indefenso y perdido en un único segundo.
Aunque había intentado engañarse a si mismo, en cuanto sus
pies descalzos tomaron de nuevo la misma senda, hubo de admitir que aquel no
era un paseo cualquiera, que no elegiría una ruta al azar. 20 años después
necesitaba verla de nuevo. A la culpable de sus sueños, de sus historias más hermosas. Deseaba
desesperadamente encontrarla en el mismo claro, y mientras se decía que era
imposible, que nunca había existido y que su mente aún demasiado infantil se
obstinaba en hacerle creer que las fantasías de un niño eran reales, sus pasos
eran cada vez más rápidos, su mirada volaba de la sombra de un árbol a otro y
su respiración se helaba ante el más leve ruido.
¿Cuánto caminó aquella tarde? ¿Cómo mide la distancia un
niño que juega a perderse en un mundo de hadas? Y ¿Cuánto ha de estar dispuesto
a perseverar un adulto que lucha contra sus propios recuerdos? No hubo de
responder ninguna de aquellas preguntas pues en el mismo instante en el que
comenzaba a temer haber errado en la elección del camino, frente a él cobró vida
su recuerdo más intenso. Ni siquiera fue consciente del dolor de sus rodillas
al caer rendido al suelo, no podía apartar su mirada de ella, nada había en el
mundo capaz de hacerle levantar y regresar al mundo del que había salido
huyendo. Allí estaba observándole su inspiración, su sueño más insistente, su
hada.
Amaya Alvarez
sábado, 1 de junio de 2013
OJOS GRISES
Mirando sus pequeños y hundidos ojos grises supo que la
oscuridad consumiría sus últimos días.
En silencio, frente aquella anciana, deseo haber elegido
cualquier otro asiento. Pero al entrar en el vagón sus pasos le llevaron hasta
ella. El rencor y la pena, ocultas entre las hondas arrugas que poblaban su
rostro, sus manos, sus heridas, le obligaron a contener el aire. Sintió un
dolor opresivo en el pecho, y necesitó navegar en la plata de aquellos ojos.
Profundizar en sus recuerdos, casi apagados, casi inexistentes, y borrar
aquellos que obstinados en permanecer junto a ella, alejaban la paz de sus
últimos días.
Pero se contuvo, concentró todas sus fuerzas primero en
apartar su mirada, después en ordenar a sus músculos que le sacaran de aquel vagón,
y finalmente en subir las escaleras que le llevarían de nuevo hacia la luz.
En momentos como aquellos odió su propio cuerpo, su
envoltorio, su disfraz. Ser capaz de poder liberar una mente atormentada y
tener que huir a esconderse una vez más.
Quien escogió su castigo supo encontrar la forma de
atormentarle.
Amaya Alvarez
viernes, 8 de marzo de 2013
EL CUADERNO DE LA CHICA INVISIBLE (yo)
Hoy he querido demostrarme a mi misma que tenia razón al
pensar que soy invisible.
Un pequeño experimento basado en la simple observación. Tal
vez no muy objetivo he de reconocer, ya que la observación sería tan solo por
mi parte y las únicas conclusiones válidas las mías.
Resumiendo y sin darle demasiadas vueltas ni importancia, me
he limitado a subir al metro, con un destino y un objetivo final claro está, y
he observado como pasaba completamente desapercibida. Cierto es que nadie se ha
sentado sobre mi, cosa que atribuyo a algún tipo de cambio en el aire o tal vez
a un sutil olor que ellos no saben reconocer pero que avisa a sus mentes
inconscientes de que ese no es un sitio apto para sentarse.
Y mientras esto ocurría, mientras yo iba sentada en un vagón
aceptablemente poblado, observando y sin ser observada, he sentido unas ganas
locas de escribir. Una necesidad que hacia incluso aflorar una sonrisa en mi
rostro invisible. Mis manos ansiaban sacar mi pequeño cuaderno rojo (obsequio
de una gran amiga y que siempre llevo conmigo preparado para recibir cualquiera
de mis pensamientos). Solo me ha detenido la sensación de que si hacia un solo
movimiento el aire que me envolvía cambiaría y revelaría al resto del pasaje una
figura antes inexistente para ellos.
Ahora me encuentro realmente sola en el vagón y a una parada
de mi destino, por fin mis manos se sienten satisfechas con el familiar y
reconfortante tacto de mi cuaderno.
Una chica invisible escribiendo en un vagón solitario.
Amaya Alvarez
viernes, 1 de marzo de 2013
MIS AUSENCIAS
Después de mucho tiempo sin pasarme por aqui, he visto que ha habido y con razón, quien ha decidido dejar de seguirme. No tengo absolutamente nada que reprocharles, al contrario, comprendo su decisión. A los que continuaís aqui a pesar de mis ausencias solo puedo daros las gracias.
Cada texto, historia y palabra que publico en este blog esta dedicada enteramente a vosotros.
Un abrazo
Amaya
Cada texto, historia y palabra que publico en este blog esta dedicada enteramente a vosotros.
Un abrazo
Amaya
MI INSPIRACIÓN
La imagen que acompaña este pequeño texto pertenece a "La Magia De Las Alas"
¿Se aleja ahora que el dolor me atormenta?
Me niega el refugio en mis palabras.
Se alimenta de mi miedo.
Y espera.
Se esconde, toma forma.
Crece entre las sombras.
Y cuando a penas tengo aliento, me golpea con violencia.
Me devuelve a la consciencia.
Me despierta y me empuja hacia delante.
Mi inspiración.
La parte más oscura de mi mente.
Amaya Alvarez
sábado, 2 de febrero de 2013
EL CASTIGO (ella)
La historia de "El castigo" no ha terminado. Sus protagonistas continuan aún enseñandome que tienen mucho que decir. En esta ocasión conoceremos lo que ve y siente "ella", oiremos su voz y sentiremos sus miedos. Espero de verdad que os guste.
La imagen tan increible que acompaña esta historia es fruto del trabajo de "La Magia de las Alas"
La imagen tan increible que acompaña esta historia es fruto del trabajo de "La Magia de las Alas"
-¡Ah maja! –dijo la enfermera desde el otro lado de la
cortina. –¡Hay que tener amigos hasta en el infierno! –después se alejó riendo.
No sabía a quien iban dirigidas esas palabras, probablemente
a la “inquilina” del box contiguo. No era la primera vez que las oía, pero
allí, recostada en la cama del hospital, aquella expresión adquirió un nuevo
sentido.
Cerró los ojos y pensó en él. ¿Era eso lo que él era? ¿Un
amigo en el infierno? No, no era la expresión correcta pero se acercaba mucho a
ella, estaba segura. No sabía de donde venía aunque suponía que el infierno era
un lugar en el que podía imaginarle. Nunca se lo había preguntado, era absurdo,
ellos no hablaban, no podían hacerlo. Por lo menos no con palabras.
Era su amante, lo sentía en cada centímetro de su cuerpo.Así
que si usaba un poco la lógica, el término exacto para describirle sería “su
amante en el infierno”.
Dobló las piernas y subió la sabana exactamente hasta la
altura de los ojos. No se los tapó, aunque deseaba perderse dentro de esa cama
aquello haría que él se preocupase aún más. Porque sin duda estaba preocupado.
Verla allí, en el hospital, presa de horribles y esporádicos dolores en el
estómago, le estaría volviendo loco.
Estaba a su lado, aunque nadie pudiese verle, estaba allí.
Ella lo sabía y le sentía de la misma manera en la que respiraba, y las enfermeras
y médicos que la habían estado acompañando, también lo sabían. Lo notaba en sus
caras. Una inquietud fugaz en sus ojos, un escalofrío, una ráfaga de aire
helado cada vez que el joven médico posaba la mano en su vientre desnudo. Se
sentían incómodos, y tal vez esa fuese la razón por la que hacia tanto tiempo
que nadie pasaba por su box a comprobar como se encontraba.
Una parte del infierno ocupaba aquel pequeño rincón de
urgencias.
-¿Y si alguien
muriese? –preguntó en a penas un susurro. –¿Adonde iría?
Solo él había podido escucharle, lo sabía de la misma manera
en la que sabía que no podía contestarle. Pero necesitaba sacar de su mente el
terrible presentimiento de que por su culpa, las almas de aquellos que muriesen
mientras ellas estuviese allí, solo podrían encontrar el camino del infierno.
-Les estoy condenando
–una suave ráfaga de aire caliente le acarició la mejilla. –Tengo que salir de aquí.
Se levantó intentando ignorar el pinchazo que atravesaba su
estómago. Miró su brazo derecho, los tubos que aún continuaban pegados a ella.
Cogió todos los pañuelos de papel de la caja que la enfermera había dejado en
la mesilla, y aún sabiendo que no serían suficientes cerró los ojos y se sacó
la aguja del brazo. A pesar de que a penas tardó unos segundos en colocar los
pañuelos sobre la vena abierta no fue lo suficientemente rápida y la sangre le
manchó el brazo y la cama.
-¡Enfermera! –gritó cinco segundos antes de que el caos se
desatase en aquel pequeño y temporal pedazo de infierno.
Aún tardó cerca de una hora en abandonar el hospital. Hubo
de luchar con enfermeras escandalizadas ante su actitud y médicos incapaces de
comprender que quisiese abandonar el hospital sintiendo el dolor que su rostro
reflejaba.
Necesitó cerrar la puerta de su casa y sentir que estaba de
nuevo a salvo para relajar todos los músculos de su cuerpo, se dejó caer
lentamente en el suelo y apoyó la cabeza entre las piernas dobladas. Entonces
se dio cuenta, ya no sentía dolor. Aquel martirio que le había obligado a
abandonar la tarea de hacer la compra semanal había desaparecido. Ya no estaba.
Sonrió y levantó la vista al frente.
-Me encuentro mejor
–dijo sabiendo que él agradecería sus palabras tanto como ella. –Es curioso, no solo estoy bien, creo que
tengo hambre. ¿Quién lo hubiera dicho?
Se levantó casi de un salto y se dirigió al lavabo dispuesta
a darse una ducha que hiciera desaparecer de su cuerpo el olor a hospital. Después
comería algo.
La vio entrar en el baño y quiso dejarle intimidad, no sería
la primera vez que la viese desnuda, pero aquel era un momento diferente.
Sentía el pánico creciendo dentro de él. En el hospital ni siquiera pensó, solo
quería que ella estuviese bien e intentó facilitar el trabajo de los médicos,
aunque en mas de una ocasión le fue imposible contener su ira.
Ahora era diferente, ella estaba bien, estaba en casa, y
sonreía. Bajó la guardia en el instante en el que contempló sus ojos libres de
dolor y en ese justo momento la verdad comenzó a asomar lentamente, no tardó en
golpearle con fuerza.
¿Qué había hecho? ¿A que la había condenado? ¿Qué ocurriría
si supiese que ya no podría huir de aquel pedazo de infierno? ¿Cómo salvarla de
algo que crecía aferrado a sus entrañas?
Amaya Alvarez
domingo, 27 de enero de 2013
MIEDO
Es difícil no sentir miedo cuando noche tras noche espero
sentada, rodeada de oscuridad y con el frío cortándome la piel.
¿Vas a volver a buscarme?
Se que no lo dijiste, que nunca lo prometiste, que de tus
labios jamás salió la palabra “volveré”. Pero tu ausencia es demasiado dolorosa
como para no desear un recuerdo inventado. Una realidad solo mía. Un final
diferente con los mismos actores…
Noche tras noche regreso cansada, con la mirada perdida y el
cuerpo frío.
Mi piel está triste, recuerda tu tacto, el calor de tus
manos, el peso de tu presencia.
Cada parte de mi cuerpo grita de rabia al no encontrarte
oculto entre las sabanas. Se enfada y me empuja a levantarme, quiere que vuelva
a la noche, que te busque y te encuentre. Lucha conmigo hasta que pierdo el
aliento, entonces me permite dormir, perderme en sueños pesados de manos solas
y lágrimas eternas.
Es difícil no sentir miedo cuando se que abriré los ojos y
de nuevo el frío y la oscuridad serán lo único que besen mi cuerpo.
¿No volverás a buscarme?
Tal vez tu voz a penas fue un susurro…
Tal vez no pude escucharte…
Tal vez tu “volveré” se perdió entre la gente…
Amaya Alvarez
domingo, 13 de enero de 2013
NO QUIERO DESPERTAR
No quiero despertar, mantengo los ojos cerrados.
Mi oscuridad me abraza, me acuna.
La soledad aquí es menor, la tristeza menos profunda y mis
fuerzas parecen intactas…
Intento no respirar.
Juego con mi propio aire, lo guardo bajo la piel de mis
dedos.
Pero algo suena muy lejos
Olvido el dolor de mi pecho, siento el hielo de mi cuerpo.
Quiero descansar y no puedo.
Mi universo grita furioso y hambriento.
Debo seguir viviendo
Liberar y olvidar mi miedo
Porque tal vez pueda volver a abrir mis ojos…
Amaya Alvarez
HUELLAS
Necesito coger altura.
Alzarme para buscar mis huellas.
Sacarlas de entre los nudos y poder contarlas, estudiarlas.
Grabar en mi mente cada paso equivocado, cada paso a tu lado.
Después cerraré los ojos.
Desharé lo andado y buscaré mi propio inicio para un nuevo
viaje.
Se que esta vez mi ruta será diferente.
El peso de mis huellas marcará otro camino.
Dejaré que elijan ellas.
Conocen el tacto de tu arena, el perfil de tus pisadas.
Harán lo que yo nunca supe.
O nunca pude…
Separar mi destino del tuyo.
Amaya Alvarez
miércoles, 2 de enero de 2013
CONCURSO DE RELATOS DE TERROR
Buenos tardes a todos. Por fin conozco el fallo del cocurso de relatos cortos en el que participé en Halloween. Mi relato no está entre los tres ganadores y aunque me ponga un poco triste prefiero quedarme con la experiencia de hacer algo nuevo, de demostrarme a mi misma que puedo hacerlo. Esto significa que ya puedo compartir con vosotros este mi primer relato de miedo. Espero que os guste y por supuesto cualquier opinión, critica o consejo siempre es bienvenida.
LA PRESENCIA
El día en el que
murió nana la presencia se hizo más
fuerte. Un peso repentino y ardiente la despertó del inconsciente sueño en el
que había caído apenas unos minutos antes. Se había sentado en el sofá abrumada
por todo lo que estaba ocurriendo, no tenia intención de dormir, en realidad no
tenia intención de nada, pero desde que el empeoramiento de la enfermedad de la
abuela de su mejor amiga se hizo más evidente, y con él la posibilidad de su
muerte fue tomando forma, Claudia no se había permitido dormir por las noches.
En un inexplicable intento por castigarse se había empeñado en impedir que su
cuerpo descansase, quería llevarlo al límite y ese límite a los 15 años no está
tan lejos como uno puede llegar a pensar. Así que, después de sentarse a
esperar “la llamada”, cualquier llamada en realidad, su cuerpo dijo basta y
cayó en un profundo sueño.
El peso que la
envolvió, que la abrazó y oprimió hasta hacerla despertar sobresaltada no sólo
la privó del descanso que tanto necesitaba sino que la avisó de que alguien muy
unido a ella se había ido. No lo dijo en voz alta, ni siquiera lo pensó
claramente pero supo que nana había muerto, su ángel guardián ya no estaba. En
el preciso instante en el que la temperatura del aire cercano a su cuerpo subió
más de 10 grados, en la habitación de nana todo se volvió gélido. Una fracción
de segundo, un escalofrío, el tiempo que tarda un espíritu con prisa en elegir
el camino más corto a su destino, el de nana era proteger a Claudia.
Tras aquel día
todo fue como se suponía que debía ser, un entierro, un adiós, un intento de
volver a la normalidad y finalmente una vida inmersa en la rutina de siempre.
Todo siguió su curso.
La presencia continuaba acompañándola como siempre y
no pensaba en ella como no se piensa en el sofá de casa mientras esperas la
llegada del autobús del instituto.
Recordaba
perfectamente el día en el que conoció a nana, fue el mismo día en el que la presencia se unió a ella. Llevaba
unas horas en el pueblo en el que sus padres habían pasado su infancia, un
lugar pequeño, lleno de personas amables y casas bajas de una sola planta con
jardín y árboles propios. Tras una breve charla los padres de Claudia le
informaron de que aquel sería su nuevo hogar y de que su vida allí sería sin
duda más fácil. Claudia no peleó ni luchó contra sus padres, nada la ataba a
aquella enorme ciudad gris y egoísta llena de gente solitaria y vacía. Nieves no
tardó en ir a buscarla, se presentó como su vecina y la invitó a acompañarla al
bosque que se extendía tras las casas de ambas. Aceptó y aquel fue el comienzo
de una amistad que duraría años aunque ninguna de las dos lo supiese entonces.
Cuando volvieron
de su paseo una hora después una pequeña mujer de pelo blanco esperaba sentada
en una maltrecha silla de madera.
-Pero niña ¿Qué
te has traído contigo? –preguntó mirando a Claudia con unos ojos grises que no
dejaban de moverse y escrutar lo que a ella le pareció su propia sombra.
-No lo se
–contestó Claudia sin dejar de buscar lo que al parecer la mujer veía
claramente y lo que ella sólo sentía como un nuevo y ligero peso en los
hombros, como si el aire que la rodeaba la empujase hacia abajo, solo un poco.
–Pero no me hace daño –continuó con la esperanza de tranquilizar a la anciana.
-Tiene que
marcharse –dijo la mujer al tiempo que se levantaba y entraba en su casa con
pasos lentos y cansados.
Cuando Nieves la
miró visiblemente avergonzada y con un miedo en los ojos que le decía que otras
ya habían salido corriendo, Claudia la sonrió para asegurarle silenciosamente
que ella no lo haría.
Claudia no sintió
miedo entonces como tampoco lo había sentido en el bosque mientras Nieves
hablaba y caminaba y ella sentía como una corriente de aire caliente la perseguía
y rodeaba para provocarle después un repentino e inesperado escalofrío en la
espalda. Sintió un susurro que le obligó a cerrar los ojos y abrir ligeramente
los labios, tomó aire y su respiración se detuvo, después un roce en la nuca,
una hoja tal vez recién caída de cualquier árbol, un insecto o una caricia que
solo Claudia pudo sentir, la empujó a andar y respirar con normalidad. Solo se
sintió algo más cansada, más pesada.
A lo largo de
aquellos 3 años, Claudia había visto a nana hacer extraños movimientos
alrededor de vasos de agua, quemar flores y hojas secas en pequeñas hogueras
frente a su casa y le había permitido rodearle el cuello y acariciarle la nuca
con sus arrugadas y viejas manos mientras recitaba palabras encadenadas de
otras palabras que nunca intentó siquiera comprender. Aunque no le molestaba le
dolía que nana se tomase tantas molestias en intentar ahuyentar lo que tanto
parecía atemorizarla, porque la presencia
no estaba allí, nunca salía de casa, siempre la esperaba en su habitación, la
acompañaba por el pasillo, se mantenía junto a ella mientras se duchaba o leía
en el sofá, pero al abrir la puerta de casa retrocedía hasta la seguridad de la
habitación de Claudia, ella no lo veía pero sentía como el peso se alejaba. Los
ojos grises de Nana dejaron de ver la noche de su visita al bosque, tal vez por
eso, nunca supo que Claudia solo era libre cuando salía de casa. El pensamiento
de que lo último que aquellos hermosos ojos viesen fuera algo capaz de
atemorizarla durante años inquieto a Claudia el resto de su vida.
Meses después de
la muerte de nana Claudia comenzó a sentir como la presencia crecía a su alrededor, se hacía más fuerte, aún no
sentía miedo. A pesar de que muchas de sus amigas evitasen visitarla o dormir
en su casa porque según decían nunca llegaban a descansar o sentirse
tranquilas, Claudia no sentía miedo.
A los 3 años tras
regresar de una apasionada y reconfortante cita con uno de sus compañeros de
clase y meterse en la cama, un aliento oscuro y obsceno comenzó a recorrer cada
centímetro de su cuerpo deteniéndose en las partes más sensibles de su piel,
obligando a sus manos a acariciar con anhelo los lugares a los que no podía
acceder. Claudia comprendió que aquel ser que había dejado de ser una presencia
para tomar forma junto a ella en su cama, la quería solo para él, la había
acompañado durante parte de su infancia y ahora que la sabía fuerte y adulta no
la compartiría con nadie. Fue sentirse como un objeto lo que la indignó y ver
aquella fuerza tomando forma frente a ella durante solo un segundo, lo que por
fin la aterrorizó.
-Claudia –la voz
de nana la despertó suave y agradablemente.
-Nana –estaba
junto a su cama, tal y como la recordaba, con su pelo blanco, sus manos
callosas y sus ojos grises viendo de nuevo.
-No te asustes
cariño.
-No lo estoy.
-Ese ha sido
siempre el problema, nunca le has temido, permitiste que entrase en tu casa,
que viviese contigo todos y cada uno de tus minutos en tu hogar, y eso le ha
hecho más fuerte. Te conoce, sabe hasta donde puede llegar y ahora tu también.
Claudia se
mantuvo en silencio, sabía que estaba allí, que escuchaba a nana con la misma
claridad con la que lo hacia ella y eso la hizo temer por la anciana.
-Nana, puede
hacerte daño.
-No, no puede
niña, no ahora que se donde está, que le veo a tu lado, observándote,
estudiando tus reacciones, buscando tus
límites para romperlos.
La voz clara y
fuerte que escuchaba le hizo darse cuenta de que nunca antes había oído hablar
así a nana.
-Nana, estás
diferente.
-Estoy muerta
Claudia. –aquellas palabras la sobresaltaron e hicieron que las lágrimas
comenzaran a caer por sus mejillas.
-No llores
Claudia, eso no ha de entristecerte de nuevo, ahora has de sentir miedo porque
si continuas así te matará.
-Nunca me ha
hecho daño, nunca me ha tocado…-dijo recordando su aliento al recorrer su
vientre.
-Cuando vea que
nunca serás suya lo hará, has de marcharte, huir de el.
-¿Entonces
buscaría a otra?-preguntó sin saber porque
-No, no lo hará.
Veo su cara, sus ojos llenos de pánico ante la sola idea de perderte Claudia, cuando
tu te vayas él desaparecerá.
-No puedo hacerlo
Los ojos de nana
se abrieron en un ademán de sorpresa y furia. Solo la aceptación y comprensión
de quien ya lo ha vivido todo, incluso la muerte, hicieron que volviesen a ser
los de siempre.
-Entonces niña
supongo que te veré pronto.
-Buenas noches
nana.
Se volvió
lentamente en la cama mientras sentía como el calor de su presencia la envolvía y deseo sentir su mano entre las suyas. El dulce placer que comenzó a nacer en su
nuca y que se extendió después al resto de su cuerpo la obligó a cerrar los
ojos y morderse el labio.
Aquella sería su
última noche y aunque no se volvería para mirar a los ojos al terrible ser que
sabía tenia tras ella, se dejó llevar, le permitió tocarla con sus propias
manos, duras y ardientes, besarla, devorarla, llevarla a la oscuridad. Y al
sentir sus dientes extrañamente fríos en la base de su espalda supo que nunca
despertaría en aquella cama, que su hogar había cambiado de nuevo.
Amaya Alvarez
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