miércoles, 27 de noviembre de 2013

AHORA EN TWITTER

Buenos días a todos, los que ya me conocéis un poquito sabéis de mis escasas artes en el mundo de la informática, redes sociales... Aún así he decidido empezar a curiosear por twitter (amayaescritora). Me he propuesto además darle más publicidad al cuento a fin de que pueda por ejemplo llegar a las bibliotecas de los colegios para que los niños puedan trabajar y conocer, no solo el Síndrome de Tourette (síndrome que padecen los protagonistas del cuento) sino también la diversidad y la tolerancia.

Deseadme suerte!

Amaya

viernes, 15 de noviembre de 2013

PRESENTACION EN FNAC DE DONOSTI

Buenos días a todos. Ayer por fin tuvimos la presentación de "Una aventura diferente a las demás" en la fnac de Donosti. Fue algo increíble por muchas razones, por estar rodeada de gente a la que quiero muchísimo, por ver como las personas aún podemos implicarnos de verdad en las cosas, por estar en la fnac...
Gracias a todos y a todas por vuestro apoyo!




lunes, 4 de noviembre de 2013

TE ECHO DE MENOS

Navegando he encontrado esta imagen que me ha ayudado a ilustrar unas palabras que a punto estuvieron de no ser...





TE ECHO DE MENOS

 

Te echo de menos

aunque estés a mi lado

aunque sepa que con solo extender un brazo podría tocarte

aunque mi mirada olvidadiza juegue a observarte a escondidas.

No debo sonreír al verte

le ordeno a mi cuerpo que no reaccione

que no levante la mano buscándote

que no se aproxime a ti en cada paso.

Porque me duele mirarte

mis lágrimas queman

mi respiración se apaga

mis labios se desesperan.

Las palabras se desdibujan

y mi corazón se rompe

y mi voz se quiebra

y mi alma me abandona.

Continuas a mi lado pero yo te echo de menos…

 

Amaya Alvarez

viernes, 13 de septiembre de 2013

PRESENTACIÓN

Aqui os dejo una foto de la presentación del cuento, fue un gran momento, muy emotivo y que nunca podré olvidar.



lunes, 2 de septiembre de 2013

UN SUEÑO CUMPLIDO

Hola a todos, claro que se que hace muchísimo tiempo que no escribo nada. No tengo excusa, pero aún así quiero contaros a que he dedicado mi tiempo.
Muchos ya sabéis que inicié una nueva aventura embarcándome en un cuento. Un cuento diferente, sus protagonistas son dos niños que padecen una de las llamadas enfermedades raras. El Síndrome de Tourette. Pues bien estoy muy muy contenta de poder deciros que tras mucho trabajo, "Una aventura diferente a las demás" que es como se titula esta historia, verá la luz el próximo 10 de septiembre. Bueno, lo cierto es que ya lo tengo en mis manos y que ese día será el de la presentación. No sé como se puede describir un momento así, no es solo felicidad, es tanto lo que he puesto en este proyecto que parte de mí está entre las páginas de ese cuento.
Os dejo la portada, a mí desde luego me parece perfecta.
Espero que os guste

Amaya

miércoles, 12 de junio de 2013

REGRESO AL RINCÓN DE LAS HADAS

Hoy quiero compartir con vosotros una pequeña historia que surgió gracias a una preciosa imagen de Pilar Vega, por favor no dudeis en visitar su página.




 
Caminando de nuevo por el mismo bosque, fue consciente de cuanto le habían cambiado los años. Si cerraba los ojos casi podía oír el sonido de sus pasos 20 años atrás. Pequeños saltos indecisos apenas amortiguados por la hierba. Con 5 años, cada día es una aventura diferente, y la visión de la criatura más hermosa que jamás viesen unos ojos humanos, no asusta. Te deja sin aliento, te maravilla y te paraliza, y te mantiene suspendido en el tiempo, completamente indefenso y perdido en un único segundo.

Aunque había intentado engañarse a si mismo, en cuanto sus pies descalzos tomaron de nuevo la misma senda, hubo de admitir que aquel no era un paseo cualquiera, que no elegiría una ruta al azar. 20 años después necesitaba verla de nuevo. A la culpable de sus  sueños, de sus historias más hermosas. Deseaba desesperadamente encontrarla en el mismo claro, y mientras se decía que era imposible, que nunca había existido y que su mente aún demasiado infantil se obstinaba en hacerle creer que las fantasías de un niño eran reales, sus pasos eran cada vez más rápidos, su mirada volaba de la sombra de un árbol a otro y su respiración se helaba ante el más leve ruido.

¿Cuánto caminó aquella tarde? ¿Cómo mide la distancia un niño que juega a perderse en un mundo de hadas? Y ¿Cuánto ha de estar dispuesto a perseverar un adulto que lucha contra sus propios recuerdos? No hubo de responder ninguna de aquellas preguntas pues en el mismo instante en el que comenzaba a temer haber errado en la elección del camino, frente a él cobró vida su recuerdo más intenso. Ni siquiera fue consciente del dolor de sus rodillas al caer rendido al suelo, no podía apartar su mirada de ella, nada había en el mundo capaz de hacerle levantar y regresar al mundo del que había salido huyendo. Allí estaba observándole su inspiración, su sueño más insistente, su hada.

 

Amaya Alvarez

sábado, 1 de junio de 2013

OJOS GRISES






Mirando sus pequeños y hundidos ojos grises supo que la oscuridad consumiría sus últimos días.

En silencio, frente aquella anciana, deseo haber elegido cualquier otro asiento. Pero al entrar en el vagón sus pasos le llevaron hasta ella. El rencor y la pena, ocultas entre las hondas arrugas que poblaban su rostro, sus manos, sus heridas, le obligaron a contener el aire. Sintió un dolor opresivo en el pecho, y necesitó navegar en la plata de aquellos ojos. Profundizar en sus recuerdos, casi apagados, casi inexistentes, y borrar aquellos que obstinados en permanecer junto a ella, alejaban la paz de sus últimos días.

Pero se contuvo, concentró todas sus fuerzas primero en apartar su mirada, después en ordenar a sus músculos que le sacaran de aquel vagón, y finalmente en subir las escaleras que le llevarían de nuevo hacia la luz.

En momentos como aquellos odió su propio cuerpo, su envoltorio, su disfraz. Ser capaz de poder liberar una mente atormentada y tener que huir a esconderse una vez más.

Quien escogió su castigo supo encontrar la forma de atormentarle.

 

Amaya Alvarez

viernes, 8 de marzo de 2013

EL CUADERNO DE LA CHICA INVISIBLE (yo)


 

 

Hoy he querido demostrarme a mi misma que tenia razón al pensar que soy invisible.

Un pequeño experimento basado en la simple observación. Tal vez no muy objetivo he de reconocer, ya que la observación sería tan solo por mi parte y las únicas conclusiones válidas las mías.

Resumiendo y sin darle demasiadas vueltas ni importancia, me he limitado a subir al metro, con un destino y un objetivo final claro está, y he observado como pasaba completamente desapercibida. Cierto es que nadie se ha sentado sobre mi, cosa que atribuyo a algún tipo de cambio en el aire o tal vez a un sutil olor que ellos no saben reconocer pero que avisa a sus mentes inconscientes de que ese no es un sitio apto para sentarse.

Y mientras esto ocurría, mientras yo iba sentada en un vagón aceptablemente poblado, observando y sin ser observada, he sentido unas ganas locas de escribir. Una necesidad que hacia incluso aflorar una sonrisa en mi rostro invisible. Mis manos ansiaban sacar mi pequeño cuaderno rojo (obsequio de una gran amiga y que siempre llevo conmigo preparado para recibir cualquiera de mis pensamientos). Solo me ha detenido la sensación de que si hacia un solo movimiento el aire que me envolvía cambiaría y revelaría al resto del pasaje una figura antes inexistente para ellos.

 

Ahora me encuentro realmente sola en el vagón y a una parada de mi destino, por fin mis manos se sienten satisfechas con el familiar y reconfortante tacto de mi cuaderno.

Una chica invisible escribiendo en un vagón solitario.

 

Amaya Alvarez

viernes, 1 de marzo de 2013

MIS AUSENCIAS

Después de mucho tiempo sin pasarme por aqui, he visto que ha habido y con razón, quien ha decidido dejar de seguirme. No tengo absolutamente nada que reprocharles, al contrario, comprendo su decisión. A los que continuaís aqui a pesar de mis ausencias solo puedo daros las gracias.
Cada texto, historia y palabra que publico en este blog esta dedicada enteramente a vosotros.
Un abrazo
Amaya

MI INSPIRACIÓN


La imagen que acompaña este pequeño texto pertenece a "La Magia De Las Alas"






¿Se aleja ahora que el dolor me atormenta?

Me niega el refugio en mis palabras.

Se alimenta de mi miedo.

Y espera.

Se esconde, toma forma.

Crece entre las sombras.

Y cuando a penas tengo aliento, me golpea con violencia.

Me devuelve a la consciencia.

Me despierta y me empuja hacia delante.

Mi inspiración.

La parte más oscura de mi mente.

 

Amaya Alvarez
 


sábado, 2 de febrero de 2013

EL CASTIGO (ella)

La historia de "El castigo" no ha terminado. Sus protagonistas continuan aún enseñandome que tienen mucho que decir. En esta ocasión conoceremos lo que ve y siente "ella", oiremos su voz y sentiremos sus miedos. Espero de verdad que os guste.
La imagen tan increible que acompaña esta historia es fruto del trabajo de "La Magia de las Alas"



-¡Ah maja! –dijo la enfermera desde el otro lado de la cortina. –¡Hay que tener amigos hasta en el infierno! –después se alejó riendo.

No sabía a quien iban dirigidas esas palabras, probablemente a la “inquilina” del box contiguo. No era la primera vez que las oía, pero allí, recostada en la cama del hospital, aquella expresión adquirió un nuevo sentido.

Cerró los ojos y pensó en él. ¿Era eso lo que él era? ¿Un amigo en el infierno? No, no era la expresión correcta pero se acercaba mucho a ella, estaba segura. No sabía de donde venía aunque suponía que el infierno era un lugar en el que podía imaginarle. Nunca se lo había preguntado, era absurdo, ellos no hablaban, no podían hacerlo. Por lo menos no con palabras.

Era su amante, lo sentía en cada centímetro de su cuerpo.Así que si usaba un poco la lógica, el término exacto para describirle sería “su amante en el infierno”.

Dobló las piernas y subió la sabana exactamente hasta la altura de los ojos. No se los tapó, aunque deseaba perderse dentro de esa cama aquello haría que él se preocupase aún más. Porque sin duda estaba preocupado. Verla allí, en el hospital, presa de horribles y esporádicos dolores en el estómago, le estaría volviendo loco.

Estaba a su lado, aunque nadie pudiese verle, estaba allí. Ella lo sabía y le sentía de la misma manera en la que respiraba, y las enfermeras y médicos que la habían estado acompañando, también lo sabían. Lo notaba en sus caras. Una inquietud fugaz en sus ojos, un escalofrío, una ráfaga de aire helado cada vez que el joven médico posaba la mano en su vientre desnudo. Se sentían incómodos, y tal vez esa fuese la razón por la que hacia tanto tiempo que nadie pasaba por su box a comprobar como se encontraba.

Una parte del infierno ocupaba aquel pequeño rincón de urgencias.

 

-¿Y si alguien muriese? –preguntó en a penas un susurro. –¿Adonde iría?

 

Solo él había podido escucharle, lo sabía de la misma manera en la que sabía que no podía contestarle. Pero necesitaba sacar de su mente el terrible presentimiento de que por su culpa, las almas de aquellos que muriesen mientras ellas estuviese allí, solo podrían encontrar el camino del infierno.

 

-Les estoy condenando –una suave ráfaga de aire caliente le acarició la mejilla. –Tengo que salir de aquí.

 

Se levantó intentando ignorar el pinchazo que atravesaba su estómago. Miró su brazo derecho, los tubos que aún continuaban pegados a ella. Cogió todos los pañuelos de papel de la caja que la enfermera había dejado en la mesilla, y aún sabiendo que no serían suficientes cerró los ojos y se sacó la aguja del brazo. A pesar de que a penas tardó unos segundos en colocar los pañuelos sobre la vena abierta no fue lo suficientemente rápida y la sangre le manchó el brazo y la cama.

-¡Enfermera! –gritó cinco segundos antes de que el caos se desatase en aquel pequeño y temporal pedazo de infierno.

Aún tardó cerca de una hora en abandonar el hospital. Hubo de luchar con enfermeras escandalizadas ante su actitud y médicos incapaces de comprender que quisiese abandonar el hospital sintiendo el dolor que su rostro reflejaba.

Necesitó cerrar la puerta de su casa y sentir que estaba de nuevo a salvo para relajar todos los músculos de su cuerpo, se dejó caer lentamente en el suelo y apoyó la cabeza entre las piernas dobladas. Entonces se dio cuenta, ya no sentía dolor. Aquel martirio que le había obligado a abandonar la tarea de hacer la compra semanal había desaparecido. Ya no estaba. Sonrió y levantó la vista al frente.

 

-Me encuentro mejor –dijo sabiendo que él agradecería sus palabras tanto como ella. –Es curioso, no solo estoy bien, creo que tengo hambre. ¿Quién lo hubiera dicho?

 

Se levantó casi de un salto y se dirigió al lavabo dispuesta a darse una ducha que hiciera desaparecer de su cuerpo el olor a hospital. Después comería algo.

 

La vio entrar en el baño y quiso dejarle intimidad, no sería la primera vez que la viese desnuda, pero aquel era un momento diferente. Sentía el pánico creciendo dentro de él. En el hospital ni siquiera pensó, solo quería que ella estuviese bien e intentó facilitar el trabajo de los médicos, aunque en mas de una ocasión le fue imposible contener su ira.

Ahora era diferente, ella estaba bien, estaba en casa, y sonreía. Bajó la guardia en el instante en el que contempló sus ojos libres de dolor y en ese justo momento la verdad comenzó a asomar lentamente, no tardó en golpearle con fuerza.

¿Qué había hecho? ¿A que la había condenado? ¿Qué ocurriría si supiese que ya no podría huir de aquel pedazo de infierno? ¿Cómo salvarla de algo que crecía aferrado a sus entrañas?

 

Amaya Alvarez
 
 

domingo, 27 de enero de 2013

MIEDO

 
 



Es difícil no sentir miedo cuando noche tras noche espero sentada, rodeada de oscuridad y con el frío cortándome la piel.

¿Vas a volver a buscarme?

Se que no lo dijiste, que nunca lo prometiste, que de tus labios jamás salió la palabra “volveré”. Pero tu ausencia es demasiado dolorosa como para no desear un recuerdo inventado. Una realidad solo mía. Un final diferente con los mismos actores…

Noche tras noche regreso cansada, con la mirada perdida y el cuerpo frío.

Mi piel está triste, recuerda tu tacto, el calor de tus manos, el peso de tu presencia.

Cada parte de mi cuerpo grita de rabia al no encontrarte oculto entre las sabanas. Se enfada y me empuja a levantarme, quiere que vuelva a la noche, que te busque y te encuentre. Lucha conmigo hasta que pierdo el aliento, entonces me permite dormir, perderme en sueños pesados de manos solas y lágrimas eternas.

Es difícil no sentir miedo cuando se que abriré los ojos y de nuevo el frío y la oscuridad serán lo único que besen mi cuerpo.

¿No volverás a buscarme?

Tal vez tu voz a penas fue un susurro…

Tal vez no pude escucharte…

Tal vez tu “volveré” se perdió entre la gente…

 

Amaya Alvarez

domingo, 13 de enero de 2013

NO QUIERO DESPERTAR



No quiero despertar, mantengo los ojos cerrados.

Mi oscuridad me abraza, me acuna.

La soledad aquí es menor, la tristeza menos profunda y mis fuerzas parecen intactas…

Intento no respirar.

Juego con mi propio aire, lo guardo bajo la piel de mis dedos.

Pero algo suena muy lejos

Olvido el dolor de mi pecho, siento el hielo de mi cuerpo.

Quiero descansar y no puedo.

Mi universo grita furioso y hambriento.

Debo seguir viviendo

Liberar y olvidar mi miedo

Porque tal vez pueda volver a abrir mis ojos…

 

Amaya Alvarez

HUELLAS



Necesito coger altura.

Alzarme para buscar mis huellas.

Sacarlas de entre los nudos y poder contarlas, estudiarlas.

Grabar en mi mente cada paso equivocado, cada paso a tu lado.

Después cerraré los ojos.

Desharé lo andado y buscaré mi propio inicio para un nuevo viaje.

Se que esta vez mi ruta será diferente.

El peso de mis huellas marcará otro camino.

Dejaré que elijan ellas.

Conocen el tacto de tu arena, el perfil de tus pisadas.

Harán lo que yo nunca supe.

O nunca pude…

Separar mi destino del tuyo.

 

Amaya Alvarez

miércoles, 2 de enero de 2013

CONCURSO DE RELATOS DE TERROR

Buenos tardes a todos. Por fin conozco el fallo del cocurso de relatos cortos en el que participé en Halloween. Mi relato no está entre los tres ganadores y aunque me ponga un poco triste prefiero quedarme con la experiencia de hacer algo nuevo, de demostrarme a mi misma que puedo hacerlo. Esto significa que ya puedo compartir con vosotros este mi primer relato de miedo. Espero que os guste y por supuesto cualquier opinión, critica o consejo siempre es bienvenida.


LA PRESENCIA

El día en el que murió nana la presencia se hizo más fuerte. Un peso repentino y ardiente la despertó del inconsciente sueño en el que había caído apenas unos minutos antes. Se había sentado en el sofá abrumada por todo lo que estaba ocurriendo, no tenia intención de dormir, en realidad no tenia intención de nada, pero desde que el empeoramiento de la enfermedad de la abuela de su mejor amiga se hizo más evidente, y con él la posibilidad de su muerte fue tomando forma, Claudia no se había permitido dormir por las noches. En un inexplicable intento por castigarse se había empeñado en impedir que su cuerpo descansase, quería llevarlo al límite y ese límite a los 15 años no está tan lejos como uno puede llegar a pensar. Así que, después de sentarse a esperar “la llamada”, cualquier llamada en realidad, su cuerpo dijo basta y cayó en un profundo sueño.

El peso que la envolvió, que la abrazó y oprimió hasta hacerla despertar sobresaltada no sólo la privó del descanso que tanto necesitaba sino que la avisó de que alguien muy unido a ella se había ido. No lo dijo en voz alta, ni siquiera lo pensó claramente pero supo que nana había muerto, su ángel guardián ya no estaba. En el preciso instante en el que la temperatura del aire cercano a su cuerpo subió más de 10 grados, en la habitación de nana todo se volvió gélido. Una fracción de segundo, un escalofrío, el tiempo que tarda un espíritu con prisa en elegir el camino más corto a su destino, el de nana era proteger a Claudia.

Tras aquel día todo fue como se suponía que debía ser, un entierro, un adiós, un intento de volver a la normalidad y finalmente una vida inmersa en la rutina de siempre. Todo siguió su curso.

La presencia continuaba acompañándola como siempre y no pensaba en ella como no se piensa en el sofá de casa mientras esperas la llegada del autobús del instituto.

Recordaba perfectamente el día en el que conoció a nana, fue el mismo día en el que la presencia se unió a ella. Llevaba unas horas en el pueblo en el que sus padres habían pasado su infancia, un lugar pequeño, lleno de personas amables y casas bajas de una sola planta con jardín y árboles propios. Tras una breve charla los padres de Claudia le informaron de que aquel sería su nuevo hogar y de que su vida allí sería sin duda más fácil. Claudia no peleó ni luchó contra sus padres, nada la ataba a aquella enorme ciudad gris y egoísta llena de gente solitaria y vacía. Nieves no tardó en ir a buscarla, se presentó como su vecina y la invitó a acompañarla al bosque que se extendía tras las casas de ambas. Aceptó y aquel fue el comienzo de una amistad que duraría años aunque ninguna de las dos lo supiese entonces.

Cuando volvieron de su paseo una hora después una pequeña mujer de pelo blanco esperaba sentada en una maltrecha silla de madera.

-Pero niña ¿Qué te has traído contigo? –preguntó mirando a Claudia con unos ojos grises que no dejaban de moverse y escrutar lo que a ella le pareció su propia sombra.

-No lo se –contestó Claudia sin dejar de buscar lo que al parecer la mujer veía claramente y lo que ella sólo sentía como un nuevo y ligero peso en los hombros, como si el aire que la rodeaba la empujase hacia abajo, solo un poco. –Pero no me hace daño –continuó con la esperanza de tranquilizar a la anciana.

-Tiene que marcharse –dijo la mujer al tiempo que se levantaba y entraba en su casa con pasos lentos y cansados.

Cuando Nieves la miró visiblemente avergonzada y con un miedo en los ojos que le decía que otras ya habían salido corriendo, Claudia la sonrió para asegurarle silenciosamente que ella no lo haría.

Claudia no sintió miedo entonces como tampoco lo había sentido en el bosque mientras Nieves hablaba y caminaba y ella sentía como una corriente de aire caliente la perseguía y rodeaba para provocarle después un repentino e inesperado escalofrío en la espalda. Sintió un susurro que le obligó a cerrar los ojos y abrir ligeramente los labios, tomó aire y su respiración se detuvo, después un roce en la nuca, una hoja tal vez recién caída de cualquier árbol, un insecto o una caricia que solo Claudia pudo sentir, la empujó a andar y respirar con normalidad. Solo se sintió algo más cansada, más pesada.

A lo largo de aquellos 3 años, Claudia había visto a nana hacer extraños movimientos alrededor de vasos de agua, quemar flores y hojas secas en pequeñas hogueras frente a su casa y le había permitido rodearle el cuello y acariciarle la nuca con sus arrugadas y viejas manos mientras recitaba palabras encadenadas de otras palabras que nunca intentó siquiera comprender. Aunque no le molestaba le dolía que nana se tomase tantas molestias en intentar ahuyentar lo que tanto parecía atemorizarla, porque la presencia no estaba allí, nunca salía de casa, siempre la esperaba en su habitación, la acompañaba por el pasillo, se mantenía junto a ella mientras se duchaba o leía en el sofá, pero al abrir la puerta de casa retrocedía hasta la seguridad de la habitación de Claudia, ella no lo veía pero sentía como el peso se alejaba. Los ojos grises de Nana dejaron de ver la noche de su visita al bosque, tal vez por eso, nunca supo que Claudia solo era libre cuando salía de casa. El pensamiento de que lo último que aquellos hermosos ojos viesen fuera algo capaz de atemorizarla durante años inquieto a Claudia el resto de su vida.

Meses después de la muerte de nana Claudia comenzó a sentir como la presencia crecía a su alrededor, se hacía más fuerte, aún no sentía miedo. A pesar de que muchas de sus amigas evitasen visitarla o dormir en su casa porque según decían nunca llegaban a descansar o sentirse tranquilas, Claudia no sentía miedo.

A los 3 años tras regresar de una apasionada y reconfortante cita con uno de sus compañeros de clase y meterse en la cama, un aliento oscuro y obsceno comenzó a recorrer cada centímetro de su cuerpo deteniéndose en las partes más sensibles de su piel, obligando a sus manos a acariciar con anhelo los lugares a los que no podía acceder. Claudia comprendió que aquel ser que había dejado de ser una presencia para tomar forma junto a ella en su cama, la quería solo para él, la había acompañado durante parte de su infancia y ahora que la sabía fuerte y adulta no la compartiría con nadie. Fue sentirse como un objeto lo que la indignó y ver aquella fuerza tomando forma frente a ella durante solo un segundo, lo que por fin la aterrorizó.

 

-Claudia –la voz de nana la despertó suave y agradablemente.

-Nana –estaba junto a su cama, tal y como la recordaba, con su pelo blanco, sus manos callosas y sus ojos grises viendo de nuevo.

-No te asustes cariño.

-No lo estoy.

-Ese ha sido siempre el problema, nunca le has temido, permitiste que entrase en tu casa, que viviese contigo todos y cada uno de tus minutos en tu hogar, y eso le ha hecho más fuerte. Te conoce, sabe hasta donde puede llegar y ahora tu también.

Claudia se mantuvo en silencio, sabía que estaba allí, que escuchaba a nana con la misma claridad con la que lo hacia ella y eso la hizo temer por la anciana.

-Nana, puede hacerte daño.

-No, no puede niña, no ahora que se donde está, que le veo a tu lado, observándote, estudiando  tus reacciones, buscando tus límites para romperlos.

La voz clara y fuerte que escuchaba le hizo darse cuenta de que nunca antes había oído hablar así a nana.

-Nana, estás diferente.

-Estoy muerta Claudia. –aquellas palabras la sobresaltaron e hicieron que las lágrimas comenzaran a caer por sus mejillas.

-No llores Claudia, eso no ha de entristecerte de nuevo, ahora has de sentir miedo porque si continuas así te matará.

-Nunca me ha hecho daño, nunca me ha tocado…-dijo recordando su aliento al recorrer su vientre.

-Cuando vea que nunca serás suya lo hará, has de marcharte, huir de el.

-¿Entonces buscaría a otra?-preguntó sin saber porque

-No, no lo hará. Veo su cara, sus ojos llenos de pánico ante la sola idea de perderte Claudia, cuando tu te vayas él desaparecerá.

-No puedo hacerlo

Los ojos de nana se abrieron en un ademán de sorpresa y furia. Solo la aceptación y comprensión de quien ya lo ha vivido todo, incluso la muerte, hicieron que volviesen a ser los de siempre.

-Entonces niña supongo que te veré pronto.

-Buenas noches nana.

Se volvió lentamente en la cama mientras sentía como el calor de su presencia la envolvía y deseo sentir su mano entre las suyas. El dulce placer que comenzó a nacer en su nuca y que se extendió después al resto de su cuerpo la obligó a cerrar los ojos y morderse el labio.

Aquella sería su última noche y aunque no se volvería para mirar a los ojos al terrible ser que sabía tenia tras ella, se dejó llevar, le permitió tocarla con sus propias manos, duras y ardientes, besarla, devorarla, llevarla a la oscuridad. Y al sentir sus dientes extrañamente fríos en la base de su espalda supo que nunca despertaría en aquella cama, que su hogar había cambiado de nuevo.

 

Amaya Alvarez